Mostrando las entradas con la etiqueta Política. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Política. Mostrar todas las entradas

Carta al presidente de Mexico

Texto de Miguel Pulido, Director Ejecutivo de Fundar, Centro de Análisis e Investigación: 
Sr. Presidente,


Tengo malas noticias para Usted: el “Mexican moment” está en Iguala y no en sus reformas estructurales. También debería saber que Iguala es más que un municipio en Guerrero y que el “Mexican Moment” no es ahora. Iguala es el reflejo del estado de cosas en el país y esto es resultado de un largo proceso de descomposición en diferentes campos de la sociedad mexicana y sus instituciones.
¿Por qué es importante aclarar esto? Usted sabe bien que hace dos años los medios de algunos países desarrollados comenzaron a divulgar la idea de que Usted era un gran reformista y que contaba con el liderazgo necesario para mover a México (lo que sea eso signifique). En el fervor por usar palabras simples para describir asuntos sumamente complejos, algunos fueron al extremo de decir que Usted estaba salvando a México (“Saving Mexico”). Después, Usted publicó un artículo en el diario británico Financial Times argumentando que la agenda de reformas en México está completa gracias a 11 reformas estructurales y que con ellas se busca que México sea más abierto, productivo y competitivo para brindar mejores condiciones de vida a las personas.
Diversos asuntos llaman mi atención de todo esto. En primer término, en su artículo no mencionó 2 de las 3 reformas que tanto Usted como su partido político se comprometieron a aprobar antes de diciembre de 2012. Cuando las anunciaron las llamaron con mucha euforia las reformas de una Presidencia Democrática. Dado que para su gobierno dos de ellas están en el olvido, le recuerdo cuáles fueron: la creación de una comisión nacional anticorrupción; y la creación de un órgano ciudadano que regule el gasto en publicidad oficial. 
Considero ocioso citarle cifras y estadísticas sobre la preocupación social que la corrupción genera. Es un tema que no requiere mayor desarrollo para justificar su importancia; sus costos (humanos, sociales y económicos) la hacen un problema estructural. Sin embargo, y a pesar de la trascencia del tema, su gobierno no sólo envió al Congreso una iniciativa con una deficiencia técnica extraordinaria, sino que su partido en el Congreso mantiene el tema congelado. Para colmo, hace unos meses le preguntaron en televisión nacional acerca de la corrupción en México y respondió que era un asunto cultural. Eso es demasiado Señor Presidente. Cuando es cuestionado sobre el problema más crítico que enfrentan nuestra sociedad, instituciones y el servicio público su respuesta puede ser resumida en 3 palabras: simplemente se desrresponsabiliza.
Respecto al tema de publicidad oficial, me permito compartirle algunos datos y hechos. A pesar de que la Constitución lo prohíbe expresamente en su artículo 134, Usted ha aparecido en propaganda personalizada en diversos medios de comunicación. Su gobierno, además, solicitó al Congreso casi 5,000 millones de pesos para gastar este año en publicidad oficial. ¿Sabía Usted que con ese dinero alcanzaría para dar leche a diario a 30 millones de niños mexicanos durante el mismo periodo? ¿Puede Usted imaginar que ese dinero es equivalente al presupuesto del Programa de Apoyo Alimentario, con lo que podrían comer durante un año casi 1 millón de familias? Creo que este es un ejemplo claro que demuestra lo poco que Usted se preocupa por respetar el marco legal y cómo no se molesta en abusar del presupuesto público por razones personales. En este tema, al parecer, es mejor no tener ninguna expectativa de reforma.
En su columna tampoco pudo decir nada sobre la reforma al campo. Casi 18 meses después de que se anunciara lo que llamó la Reforma Profunda, sólo ha habido cambios cosméticos. Pero sepa que en este país los pequeños productores aportan el 40% de los alimentos, generan el 74 % del empleo formal rural y lo hacen prácticamente sin apoyo. Los problemas del sector han sido señalados como graves por las más diversas instituciones (FAO, Banco Mundial, BID, Coneval, ASF, Colmex, Fundar, UAM, CIDE). La evidencia muestra que el gasto en el sector no sólo no nos hace más competitivos, nos hace un país injusto y desigual. Pero, en el año internacional de la agricultura familiar, en un país en el que el 70% de los 4 millones de productores tienen predios iguales o menores a 5 hectáreas, su gobierno simplemente no pudo rediseñar radicalmente los programas para apoyar a quienes más los necesitan. Señor Presidente, cuando las reformas implican la reasignación del presupuesto afectando a una élite corrupta (en este caso de agroindustriales) su gobierno se queda estático.
En su artículo refiere que México es el país que menos recaudación fiscal tiene en comparación con el resto de países de la OCDE. Pero resulta que nuestro país también tiene críticas desigualdades y muchas contradicciones. Por ejemplo, según el mismo organismo los sueldos de los altos funcionarios son tres veces más dispares en México que el promedio de la OCDE. Una sociedad más justa empieza por tener gobiernos que sean más profesionales y republicanos y menos una casta de privilegiados. Pero ese tema, de profunda transformación democrática, no le ha merecido a su gobierno ningún intento de reforma.
Y ahora tenemos esta crisis de seguridad ciudadana que su gobierno trató de cambiar simplemente con una nueva narrativa. Pero este no es un asunto que se resuelve con juegos de palabras. Dependiendo la fuente, las estadísticas muestran que durante los primeros dos años de su gobierno hubo entre 14,000 y 27,000 personas desaparecidas. Según las estadísticas oficiales hay 26.1 personas muertas con arma de fuego al día. Los secuestros están en tasas históricamente altas, en algunos periodos alcanzando hasta 5.6 por día en promedio (y nuevamente estoy usando datos oficiales). No, Señor Presidente, esta crisis no inició durante su gobierno. Pero es verdad que tanto su gobierno como Usted, atendiendo el supuesto liderazgo que tiene, nunca pensaron en cambiar la forma en la que estamos enfrentando la violencia.
No me malinterprete. No soy tan inocente como para pensar que Usted solo podría resolver este problema. Sin embargo, estoy sugiriendo que México está en extrema necesidad de una profunda reforma en tres rubros: corrupción; violencia; y crimen organizado. Estas reformas significarían sacrificar a una buena parte de la élite política, cambiar nuestro modelo político-electoral basado en el dinero (incluso cuando su fuente es ilegal), también significaría un punto de quiebre en las alianzas que tiene con los poderes de facto y un reconocimiento público de todos los partidos políticos de que ninguno es inocente en esta crisis. Pero parece que Usted, Señor Presidente, carece de autoridad moral y visión para liderar esas reformas.
Pero lo crítico no está sólo en las reformas pendientes, sino en el sentido que decide darle a las que han sido aprobadas. Le pongo un ejemplo, recientemente en una declaración pública a inversores extranjeros, su Ministro de Finanzas dijo que la más reciente reforma policial busca proteger las nuevas inversiones en la industria extractiva. Lo que pasó en Iguala sintetiza el problema de su modelo. Para Usted, la policía está para proteger el mercado y las actividades económicas, y no para asegurar la vida e integridad de las personas.
Y quizá de ahí derive nuestra debilidad institucional, porque espero esté consciente de la dimensión del problema. Hablando nuevamente de Iguala, ahora sabemos con certeza que las policías de dos municipios estaban vinculadas a los cárteles de drogas. Hay casi medio centenar de fosas clandestinas con similar número de cuerpos. ¿Cómo es posible que nadie en la Procuraduría General de la República o en el Centro de Seguridad Nacional supiera algo sobre esto? El siguiente punto es crítico Señor Presidente: el alcalde de Iguala era parte del crimen organizado, sin embargo, los servicios militares y civiles de inteligencia que deben guardar su integridad y seguridad lo dejaron a Usted y a miembros de su gabinete aparecer públicamente junto a él. ¿Puede ahora Usted imaginar la fragilidad que esta idea significa para el resto de los mexicanos?
Tengo una hipótesis que quiero compartir con Usted, Señor Presidente. Probablemente este otro “Mexican Moment” sucede también debido a que Usted decidió invertir todo su capital político (el que tuviera) en conseguir más buenas notas macroeconómicas e indicadores de “modernización” en perjuicio de avanzar a una profunda transformación pública. La población en México es mucho más que consumidores, fuerza laboral o personas que requieren empleos. Primero y más importante, somos seres humanos y ciudadanos con derechos, que reclamamos justicia y merecemos gobiernos honestos que recuperen el valor de la vida humana. Quiero dejar este punto perfectamente claro, así que permítame ser tan cínico como sus colaboradores: las personas muertas no pueden trabajar o comprar. Los gobiernos corruptos no pueden gobernar.
Pues bien, estos son sólo unos ejemplos para ilustrar qué tan complicados se han vuelto todos los temas en México. Hay muchos más de los cuales hablar. Así que le ruego encarecidamente que cuando escriba sobre las reformas en México y utilice las palabras “nuestras” y “completa”, aclare que eso sólo da cuenta de sus alianzas políticas y del grupo que lo rodea y no de todo lo que el país necesita y lo que muchos mexicanos queremos. Nuestras reformas o eran diferentes o todavía no llegan. Nuestro momento, apenas empieza.

Somos ciudadanos con derechos, que reclamamos justicia y merecemos gobiernos honestos que recuperen el valor de la vida humana, escribe el Director Ejecutivo de Fundar.

37 DIBUJOS QUE TE HARAN VER LO MAL QUE ESTA EL MUNDO.

Pawel Kuczynski es un ilustrador nacido en Szczecin, Polonia. Se graduó en Bellas Artes por la universidad de Poznan, especializándose en estilo gráfico.
A sus 36 años ha ganado 92 premios tanto nacionales como internacionales, en las secciones de caricatura e ilustración.
Su obra es muy amplia, pero destaca en la sátira política, social, económica y medioambiental, donde muestra su lado más crítico en los temas de actualidad. Damos un repaso a sus mejores 37 obras.
1. El morbo de los medios

* Buscando carne para cubrir la próxima noticia
2. Pobreza permanente

*Hay quien se pregunta el por qué existe mucha gente que continúa siendo pobre a pesar de las ayudas que reciben. La respuesta es que sus pocos recursos les obligan a subsistir, sin poder invertirlos para mejorar.
3. Los líderes

*Desde los últimos siglos, cae uno y aparece otro, y así sucesivamente…
4. La educación
*Jóvenes cada vez más enganchados a la tecnología, irrespetuosos, sin colaborar en casa mientras que sus madres están atadas a ellos como sirvientas.
5. ¿Por qué debo hacerlo en una caja?

*Les enseñamos a hacer cosas distintas a su propia naturaleza por no alterar la nuestra.
6. Armisticio

*Cuando dos países en conflicto hacen una tregua la paz no existe, sino la expectación por llevarse el trofeo por el que luchan.
7. Domesticando

*Queremos que los animales coman de nuestra mano, vayan a donde nosotros vamos, y que sean otras especies más bajo nuestro mando.
8. Utilizando las redes sociales para confesarnos

*Usamos las redes sociales para decir en voz alta nuestros problemas y nuestros errores, buscamos el reconocimiento y el apoyo de los demás. Así nos confesamos en el siglo XXI
9. El formato de la cultura

*Leer es tedioso, ver la televisión es más fácil. La cultura de muchas personas.
10. La carrera de una mujer

*Desgraciadamente, esto es lo que les espera a muchas mujeres en un mundo laboral dominado por hombres.
11. Religiones y lavados de cerebro

Mucho cuidado, algunas religiones privan a las personas del derecho más importante que tenemos: pensar.
12. Borregos

*¿Y tú, a quién vas a votar?
13. La libertad de expresión y la transparencia informativa

*Internet nos ha brindado nuestra mejor arma para luchar contra las injusticias: que nuestras palabras no puedan ser tapadas por nadie.
14. El mundo terrenal

*Estrellas, políticos y otras celebridades en su visita a la plebe.
15. Limpiando el entorno

*La basura a la basura
16. ¿Qué hay detrás del dinero?

*America dedica una gran parte de su presupuesto para hacer la guerra y mantener “la paz” en el mundo. Tomando el control de los países que libera también obtiene sus recursos.
17. Buitres de guerra

*El motivo de todas las guerras, el poder carroñear los recursos de tu oponente.
18. El futuro

*Cuando hayamos secado nuestro planeta y talado todos los árboles ¿qué oxígeno vamos a respirar? ¿qué agua vamos a beber?
19. Las religiones y la evolución

*Quemando bibliotecas y a científicos en la hoguera. Uno de los mayores lastres para el desarrollo del conocimiento.
20. Enseñando qué es la paz

*Hablar a nuestros hijos de paz sin hacerles entender qué es lo que realmente significa.
21. Promesas basura

*Su forma de hablar es un discurso sin contenido que siempre suena igual. En los últimos años nos han demostrado que no podemos creer en ellos.
22. Los niños del mundo

*La desigualdad social se hace especialmente crítica y desalentadora cuando la vemos entre niños. Millones de pequeños en el mundo realizan trabajos que muchos adultos no harían de ninguna manera.
23. Enmascarando los problemas

*Compañías de gas y petróleo están absorbiendo la vida de nuestro planeta. Un buen plan de marketing y de responsabilidad social corporativa bien maquillado es el telón de humo tras el que continuar.
24. Esclavos

*Somos esclavos de aparentar, de mostrar algo que no somos, de transformar nuestra vida en un escaparate incierto por el qué dirán.
25. Calentamiento global

*Y así es como las consecuencias de nuestros actos van acabando con la vida de los que no tienen culpa, los animales.
26. Héroes de guerra

Admiramos a las personas que luchan en los conflictos defendiéndonos, pero nos olvidamos de que detrás de su valor está el sufrimiento de sus familias, de las que nadie se acuerda después.
27. Tú si, ellos no.

*Nos vemos como gigantes, como dioses. Nosotros decidimos qué animales merece vivir y cual merece morir. Adoptamos un rol que no nos pertenece.
28. El tiempo en contra

*Por mucho que avance la tecnología el tiempo siempre estará en nuestra contra, minuto a minuto, segundo a segundo.
29. Recursos

*Para que haya un rico tiene que haber 1000 pobres. Excesos versus subsistencia. En el hemisferio norte hay comida de sobra para alimentar 3 veces al hemisferio sur.
30. Gadgets

Invertimos cantidades de dinero, muchas veces por encima de nuestras posibilidades, para comprar cosas que realmente no necesitamos. Cosas que con su valor económico alimentarían a familias que no serían capaz de comprender lo que hacemos.
31. Contraste

*Una boda, un acontecimiento de derroches, comidas, trajes, invitados y lujo. En esta metáfora se une por el arroz la celebración de unos frente la esclavitud obligada ante el trabajo de otros para subsistir.
32. Las piezas de la guerra

*Las personas son los peones de las guerras. Unidades para poner en práctica las decisiones y los intereses de los que están arriba. Sin más.
33. Un mundo construido sobre mentiras

*Detrás de las mayorías de las decisiones políticas de la historia siempre ha habido intereses personales. Como nos lo han querido contar es otra cosa muy diferente.
34. Cocina creativa

*¿Realmente es tan importante o es sólo una burbuja? Una vertiente defiende que es una cocina que no sirve para saciar, sino que forma parte de una experiencia. Otros dicen que hacer eso con la comida es injusto.
35. El error del sistema educativo

*Obligados a absorber información para soltarla de golpe y no volvernos a acordar de ella nunca más.
36. ¿Jugamos?

*Lo que es un juego para unos es la única manera de ganarse la vida para otros.
37. Crisis

* ¿Qué es el lujo? Según los recursos de las personas de las que hablemos, lo que es el lujo para unos es muy distinto de lo que es para otros. Familias viven obligadas a repartir lo poco que tienen a lo largo de sus días.

La llama de la indignación, México.


La llama de la indignación
Andreas Schedler

PROFESOR-INVESTIGADOR DEL CENTRO E INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA ECONÓMICAS

Hasta finales de septiembre, México estaba bailando alegremente sobre una catacumba de unos 95 mil muertos y 25 mil desaparecidos a manos del crimen organizado. Ahora, con el secuestro y asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, se interrumpió la música, se paró el baile. Hemos visto algo enteramente nuevo: una ola de solidaridad que sacude el país, con discusiones públicas y conversaciones privadas sin precedentes, con marchas y huelgas estudiantiles en todo el país.

El país llevaba bailando un buen rato. Desde la inauguración oficial de la democracia en el año 2000, México se encuentra inmerso en una guerra civil sin querer reconocerlo. Las guerras civiles, como las define la ciencia política contemporánea, son enfrentamientos entre grupos armados dentro de un Estado que causan más de mil muertes al año. México lleva superando este umbral desde el primer año de la democracia.

Emocionalmente, la política, los medios y los ciudadanos mexicanos han logrado mantener la violencia a distancia al pensarla como “narcoviolencia” o “narcoguerra”, en la que cárteles luchan contra cárteles, narcos contra narcos, malos contra malos.

Concebir la violencia de esta forma inhibe la solidaridad ciudadana de muchas maneras. Hace invisible la violencia predatoria que los grupos criminales cometen contra la población civil y la violencia ilegal que el Estado comete contra cualquiera. Además, crea una división tajante entre ciudadanos y víctimas. Como la “guerra de las drogas” es una guerra entre criminales, se infiere que sus perpetradores son criminales, pero sus víctimas también. Son víctimas culpables, víctimas voluntarias. El lenguaje cotidiano lo expresa de muchas formas: “se lo buscaron”, “se metieron en malos pasos”, “anduvieron con los malandros”, algo debían”, “algo habrán hecho”…

No hay tierra más fértil para la indiferencia que la idea de las víctimas culpables. La indiferencia hacia las víctimas ha tenido una expresión institucional muy clara: la impunidad. Los homicidios atribuidos al crimen organizado se contabilizan, pero no se persiguen. El porcentaje de “narcoejecuciones” que lleva a condenas judiciales firmes es cercano a cero. En los hechos, el Estado mexicano ha consentido la privatización de la pena de muerte.

La indiferencia estructural hacia las víctimas cotidianas de la “narcoviolencia” también se ha visto en la opinión pública. A finales del año pasado, la Encuesta Nacional de Violencia Organizada elaboró un mapa amplio de actitudes ciudadanas hacia la narcoviolencia. Encontró una ciudadanía que vivía la guerra como lejana y deseaba mantenerla así. Ante una guerra anónima, cuyas víctimas no tenían cara ni historia, únicamente el 10 por ciento de los ciudadanos se acordaba del nombre de “alguna persona asesinada o desaparecida por el crimen organizado”. Sólo el 17 por ciento podía evocar algún caso de asesinato o desaparición que le hubiera “conmovido en particular”. La gran mayoría compartía la apuesta por el silencio del gobierno de Peña Nieto. El 60 por ciento decía que hablaba “nada” o “poco” de la narcoviolencia en su vida privada. El 62 por ciento estaba de acuerdo con la idea de que “hay muchas cosas buenas en México”, por lo que “deberíamos dejar de hablar tanto de la violencia” (los datos y reportes de la encuesta están disponibles enhttp://biiacs.cide.edu).

Los hechos atroces de Iguala han permitido que la opinión pública mexicana diera el salto, largamente esperado, de la negación a la indignación. Por fin, se prendió la llama de la solidaridad ciudadana. Esto fue posible gracias a la capacidad de movilización de los estudiantes de Ayotzinapa. Pero aún más importante, fue posible porque se descarriló la narrativa cómoda de una guerra entre criminales. Dos hallazgos irritantes, la inocencia transparente de las víctimas y la responsabilidad transparente del Estado, rompieron la indiferencia pública hacia víctimas y victimarios.

¿AHORA QUÉ SIGUE?

La llama de la indignación es débil. Lo más probable es que las preocupaciones de la vida cotidiana la terminen sofocando en muy poco tiempo. En estos días, muchas voces hablan de un momento de crisis y ruptura. ¿Pero cómo lograr que la solidaridad ciudadana no se disipe rápidamente? ¿Cómo lograr que esta nueva matanza estudiantil no sea un episodio más en la guerra civil mexicana? ¿Cómo lograr que la movilización estudiantil se siga ampliando y lleve a una dinámica transformadora? ¿Cómo convertirla en el inicio de una verdadera construcción de un Estado de derecho en México?

Antes que nada, la solidaridad ciudadana tendrá que ampliarse a todas las víctimas, incluyendo las sospechosas. La movilización actual se ha nutrido de la imagen de víctimas inocentes, de estudiantes pobres que no querían hacer otra cosa que aprender y enseñar y que fueron víctimas de una represión política atroz e irracional. De manera implícita, han quedado de lado las víctimas sospechosas de todos los días. Durante todas las semanas de movilización, ha seguido el goteo cotidiano de “narcoejecuciones”, como los registra, por ejemplo, el Blog Menos Días Aquí (http://menosdiasaqui.blogspot.mx). Naturalmente, salvo algunas excepciones, no han sido objetos de preocupación pública. Si el movimiento de Ayotzinapa quiere convertirse en motor de cambios institucionales, debe extender su solidaridad a todas las víctimas del crimen organizado, aunque sean sospechosas de pertenecer ellas mismas al crimen organizado.

Luego, la construcción del Estado de derecho no es un problema administrativo, sino un proyecto político. En un Estado democrático de derecho, el derecho no es un instrumento de dominación de los poderosos, sino un instrumento de protección de los débiles. Cualquier cambio, sea constitucional, legal o burocrático, es ilusorio mientras no conlleve transformaciones estructurales de poder. ¿A quiénes habría que “empoderar” de manera radical y sistemática? ¿Quiénes son los más débiles y los más interesados en transformar el sistema? Las víctimas. ¿Cómo se podría aumentar su capacidad de defensa de manera significativa? Dos iniciativas concretas podrían detonar la movilización de recursos hacia los movimientos civiles de víctimas: un fondo para la canalización de recursos financieros y una red para la canalización de la participación ciudadana.

Infraestructura de financiamiento: propongo la creación de un fondo fiduciario que canalice recursos públicos y privados hacia las asociaciones cívicas de víctimas (no hacia víctimas individuales). Este Fondo Mexicano para la Justicia podría estar administrado por un organismo internacional, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Recibiría donaciones privadas nacionales e internacionales. Sin embargo, siguiendo ejemplos internacionales, debería financiarse primeramente con el dinero, todo el dinero, que el Estado recaude con la subasta de bienes incautados a las organizaciones criminales. De esta manera, las victorias de la justicia alimentarían la lucha por la justicia.

Infraestructura de participación: propongo el desarrollo de una plataforma virtual de participación, una mezcla de página web y red social que vincule a los ciudadanos con los movimientos de víctimas. La solidaridad ciudadana necesita canales de expresión. Si los ciudadanos no encuentran vías concretas de acción, su simpatía hacia las víctimas y su indignación hacia los victimarios se disipan. Páginas de internet como meetup.com permiten que vecinos con propósitos comunes se encuentren. La Red Mexicana para la Justicia facilitaría la formación de movimientos locales de víctimas, la coordinación entre las asociaciones existentes y también su comunicación con la ciudadanía. De manera crucial, permitiría que todos los ciudadanos solidarios pudieran ofrecerles a las asociaciones de víctimas sus talentos personales, sea como abogados, panaderos, psicoterapeutas, taxistas, programadores, músicos, diseñadores gráficos… o simplemente como gente común que quiere prestar su voz e inteligencia a la causa de las víctimas.

Tanto en lo político como en lo técnico, ambas iniciativas demandan un diseño cuidadoso. Tienen que ser incluyentes, profesionales y transparentes. Requieren de ciertos consensos políticos, sobre todo entre actores de la sociedad civil. Ninguna de las dos es fácil, aunque ambas son eminentemente viables. Ambas pueden ser iniciadas desde el centro, pero tienen el potencial de crear efectos multiplicadores en todos los rincones del país. Su potencial transformador no depende de una burocracia racional que sabemos que no existe en México. No depende tampoco de la voluntad política de las élites, que dudamos que exista. Depende enteramente de la indignación moral, del coraje y de la inteligencia colectiva de víctimas y ciudadanos solidarios. Hasta ahora, las élites políticas mexicanas han fracasado en sus (débiles) intentos de construir el Estado de derecho desde arriba. Si no ampliamos la infraestructura financiera y participativa para que una sociedad civil fuerte y contestataria vigile y desafíe el Estado desde abajo, seguirán fracasando.

Después de Peña. John M. Ackerman

Si México tuviera un régimen parlamentario, Enrique Peña Nieto no regresaría de China. La comprobada ineptitud de su gobierno, así como la enorme desconfianza social en su persona a raíz de la masacre de Iguala obligaría al parlamento a emitir una conmoción de censura para destituirlo a él y a todo su gabinete, así como llamar a nuevas elecciones federales. Con motivo de faltas mucho menores a las del actual presidente mexicano, el primer gobierno de Stephen Harper, en Canadá, fue disuelto en 2011 y los mandatos de Gerhard Schroeder, en Alemania, y de Romano Prodi, en Italia, fueron recortados en 2005 y 2008. En un sistema democrático, simplemente no tiene sentido que el titular del gobierno federal se mantenga en su puesto si no cuenta con el apoyo de la población, ya que ello genera una situación de extrema ingobernabilidad.

En los sistemas presidenciales como el mexicano, el procedimiento para el relevo anticipado del titular del Poder Ejecutivo es más complicado, pero no por ello menos necesario. En 1992, a raíz de graves acusaciones de corrupción en su contra, Fernando Collor de Mello renunció como presidente de Brasil. En 1997, el Congreso Nacional de Ecuador destituyó a Abdalá Bucaram por su demostrada incapacidad mental. En 2001, Fernando de la Rúa abandonó su cargo de presidente de Argentina en medio de una importante crisis económica y social. Los incompetentes presidentes bolivianos Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa también fueron obligados a renunciar en 2003 y 2005. Y en 2000, después de meses de protestas contra la corrupción de su gobierno, Alberto Fujimori renunció a la presidencia de Perú durante un viaje a Japón. Peña haría un gran favor a la patria si siguiera el ejemplo de Fujimori ahora durante su propio viaje a Asia.

Si la masacre de Iguala fue la gota de derramó el vaso de la indignación ciudadana, la conferencia de prensa de Jesús Murillo Karam el viernes pasado fue el colmo del cinismo gubernamental. Para empezar, es importante aclarar que el procurador general de la República técnicamente no informó absolutamente nada. Solamente compartió algunas hipótesis que surgen de las confesiones videograbadas de tres señores conocidos como El Pato, El Jona y El Chereje preparadas especialmente para su transmisión televisiva en horario estelar. La gran confianza del desacreditado y cansado procurador en la palabra de tres presuntos narcotraficantes, dispuestos a decir cualquier cosa con tal de evitar ser torturados y conseguir su libertad, constituye un excelente botón de muestra del estado de descomposición de la desollada e incinerada justicia mexicana.
Todos conocemos muy bien la gran capacidad de los agentes ministeriales para fabricar culpables y proteger a los poderosos. La teatral detención de José Luis Abarca y su esposa recuerda el espectáculo de la detención de Florence Cassez en 2005. Y nunca hay que olvidar los tres meses en que la PGR vergonzosamente escondió la verdad sobre la masacre de Tlatlaya. Asimismo, apenas se dio a conocer que la PGR indujo a un líder del cártel del Golfo a inventar cargos contra dos policías ministeriales, al parecer con la intención de proteger a otras autoridades corruptas.

¿A quién protege Murillo Karam en el caso de Ayotzinapa? Ofrece algunos indicios su respuesta a los cuestionamientos sobre el extraño comportamiento del 27 batallón de infantería, con sede en Iguala, durante las tres horas que duró el ataque y las 12 horas que se habría tardado la incineración de los cuerpos. En lugar de anunciar una investigación de la evidente complicidad del Ejército con la masacre, el procurador celebró la inacción de las fuerzas federales:¿Qué habría pasado si el Ejército hubiera salido? ¿A quién habría apoyado? Obviamente a la autoridad.¡Qué bueno que no salió!

En otras palabras, bajo el mando de Peña como comandante en jefe de las fuerzas armadas, el Ejército obedece ciegamente las órdenes del crimen organizado en municipios infiltrados por el narcotráfico. Se confirma entonces la hipótesis con respecto al contraste entre la situación colombiana y la mexicana. Mientras allá existiría una alianza entre el narcotráfico y la guerrilla, aquí el crimen organizado se encuentra firmemente al lado de la autoridad. La sociedad mexicana se encuentra en el más absoluto estado de desprotección y de vulnerabilidad.

Las típicas estrategias defortalecimiento institucional, promovidas por los expertos en seguridad pública y los asesores del gobierno de Estados Unidos, solamente agravan el problema entonces. Otorgar mejor armamento y más capacitación a cuerpos de seguridad al servicio de bandas de asesinos vestidos de policías implica aumentar la fuerza del narcoestado.

El problema central no es de debilidad, sino de parcialidad institucional. La única forma para corregir el rumbo sería lograr que las fuerzas militares y las otras fuerzas de seguridad se coloquen bajo el mando de la sociedad en lugar de los criminales. Es decir, hace falta finalmente alcanzar un régimen democrático donde las autoridades en los tres ámbitos de gobierno (municipal, estatal y federal) respondan y rindan cuentas al pueblo.

La buena noticia es que tarde o temprano Peña tendrá que abandonar Los Pinos. Por el bien del país, hagamos votos para que se suspenda su mandato antes de los seis años previstos. México difícilmente aguantará cuatro años más del mismo naufragio. Mientras, urge consolidar las redes de solidaridad, organización y acción conjunta necesarias para asegurar que los próximos relevos federales no nos lleven a algo peor, sino que sirvan para finalmente transformar radicalmente la política nacional.

http://www.jornada.unam.mx/2014/11/10/opinion/020a2pol

Un buen análisis internacional.


MÉXICO, D.F. (apro).- El futuro que pudo haber nacido el 9 de noviembre, en esa noche de fiesta y libertad en la cual dos mundos se dieron la mano, ha muerto. 25 años después, el sueño de la “casa común europea desde el Atlántico hasta Vladivostok”, en los términos de Mijail Gorbachov, se ha desvanecido.

La Europa que lloraba y cantaba al lado del Muro de Berlín está en una grave crisis económica. La guerra ha vuelto al centro del continente. En lo que va del año, en Ucrania, entre campos de girasoles, han muerto más de 4 mil personas, según los cálculos más conservadores.

En pleno siglo XXI, decenas de pueblos han sido destruidos, ciudades de millones de habitantes han visto sus edificios y sus barrios bombardeados; los vecinos reabren los refugios de la Segunda Guerra Mundial; modernos aeropuertos recién inaugurados son convertidos en hierro humeante; aviones comerciales estallan en el aire dejando 300 víctimas inocentes; soldados rusos cruzan la frontera subrepticiamente para apoyar a los separatistas; batallones paramilitares auspiciados por el gobierno de Kiev incendian edificios con gente adentro (Odesa), combaten a la población civil y marchan con esvásticas a la luz pública en un revival del nazismo, aplaudidos por las democracias europeas.

El muro de piedra construido por el gobierno comunista de Alemania Oriental en 1961, vergüenza de la humanidad, ya es una curiosidad histórica, pero hoy se levantan nuevos muros de aislamiento que ya no parten a Europa por el medio a través de Alemania, sino que se corrieron al este, hasta la frontera misma con Rusia, dividiendo Ucrania. La Unión Europea y Estados Unidos erigen una barrera de sanciones contra Rusia impidiéndole a sus bancos recibir créditos y a sus empresas recibir tecnología, los precios del petróleo caen, provocando una masiva huida de capitales y un fuerte debilitamiento del rublo. Rusia fue excluida del Grupo de los Ocho, la Unión Europea redujo sus contactos con Moscú, la OTAN congeló su asociación con Rusia, los líderes occidentales suspendieron sus visitas a Moscú, Rusia no participa más en la Asamblea Permanente del Consejo de Europa y se frenó su ingreso a la OECD.

La alianza militar occidental, OTAN, que nació para combatir la amenaza soviética en 1948, no se disolvió al desaparecer su enemigo. Por el contrario, en este cuarto de siglo, sigilosa, se extendió hasta las fronteras de Rusia y hoy instala hombres y equipos en Polonia y los países Bálticos, mientras que países neutrales como Suecia y Finlandia abandonan su neutralidad y discuten ingresar a la OTAN, que volvió a sus objetivos de los años cuarenta: “dejar a los rusos afuera”, como si nada hubiera pasado mientras tanto.

En el Medio Oriente, 190 mil muertos en dos años de guerra civil en Siria. Los decapitadores del Estado Islámico, que surgieron con el apoyo de Estados Unidos y Arabia Saudita para combatir al régimen de Bashar Assad, han ocupado el norte de Irak y de Siria. Libia está camino a la desintegración, las armas de Gaddafi se reparten por el desierto, y nuevos grupos armados y terroristas secuestran centenares de niñas.

Se rompen los tratados de contención de armas tan difícilmente negociados en los años setenta y una nueva carrera armamentista aparece en el horizonte. No en vano el papa Francisco dijo que “se puede hablar de una tercera guerra combatida por partes”.

¿Qué pasó?

El mundo bipolar pactado en Yalta y Potsdam sobre las ruinas de Europa al terminar la Segunda Guerra Mundial fue bastante estable, a pesar de la amenaza de una guerra nuclear pendiendo sobre las cabezas de la humanidad, gracias al acuerdo entre las dos potencias triunfadoras, Estados Unidos y la Unión Soviética, que se dividieron el mundo en zonas de influencia y se encargaron, cada uno a su manera, de contener los conflictos. Así, Estados Unidos intervenía en América Latina y apoyaba las dictaduras, mientras que la URSS mantenía el orden en el Medio Oriente, apoyando a gobiernos totalitarios como el de Saddam Hussein e invadía Afganistán.

Desaparecida la URSS, una vasta área del mundo que va desde el centro de Asia hasta la punta occidental de África, quedó sin control ni autoridad. Y en Europa del Este, región clave del equilibrio mundial donde se iniciaron las dos guerras mundiales, ya fuera en Sarajevo o en Polonia, se abrió un “agujero negro”, al decir de Zbignew Brzezinsky, una vasta zona gris de inestabilidad política y económica.

En los años noventa, con una Rusia que peleaba por sobrevivir entre las ruinas soviéticas, había dos posibilidades: avanzar hacia un mundo multipolar, integrando a Rusia a la mesa de las decisiones, crear un sistema político y de seguridad mundial y un mercado europeo unido, haciendo realidad el sueño de Gorbachov.

La otra posibilidad era repetir la experiencia de Versalles, como al final de la Primera Guerra Mundial, e imponer condiciones de vencedor y de vencido, como se humilló y hundió a Alemania en los años veinte. El camino elegido fue el segundo.

La visión de Moscú de lo sucedido en el último cuarto de siglo, fue expresada por el presidente Vladimir Putin en la reunión anual del club Valdai en Sochi, el 29 de octubre.

“La Guerra Fría terminó, pero no se firmó ningún tratado de paz con acuerdos claros y transparentes sobre el respeto a las leyes existentes o creando nuevas reglas. Esto dio la impresión de que los así llamados “triunfadores” de la Guerra fría, decidieron rediseñar el mundo según sus propias necesidades e intereses”, dijo.

Los mecanismos para garantizar el orden mundial que se pactaron al finalizar la Segunda Guerra Mundial, no se podían “tirar por la borda sin construir nada nuevo en su lugar, o el mundo se quedaría sin otro instrumento que la fuerza bruta”, agregó. Pero “Estados Unidos, habiéndose declarado ganador de la Guerra Fría, no vio ninguna necesidad para esto”, y “dio pasos que arrojaron el sistema en agudos y profundos desequilibrios”.

Según Putin, “estamos presenciando nuevos esfuerzos para fragmentar el mundo, trazar nuevas líneas divisorias, armar coaliciones no construidas para algo sino dirigidas contra alguien, crear la imagen de un enemigo, como en los años de la Guerra Fría”. La consecuencia es un mayor desorden mundial: “En lugar de resolver los conflictos, lleva a su escalada, en lugar de países estables y soberanos, vemos la propagación del caos, y en lugar de democracia, vemos el apoyo a una muy dudosa colección que va desde neofascistas a radicales islámicos”.

“No dejo de asombrarse de la manera en que nuestros amigos siempre cometen el mismo error una y otra vez. Apoyaron a los islamistas extremistas contra la Unión Soviética que adquirieron experiencia de combate en Afganistán y dieron nacimiento a los talibanes y Al Qaeda. Después, hicieron la operación en Irak y en Libia, que hoy es un país en camino de desintegración y un campo de entrenamiento para terroristas”, y en Siria, “empezaron financiando y armando a los rebeldes permitiéndoles reunir mercenarios de distintos países”, lo cual permitió el nacimiento del Estado Islámico.

La conclusión es, según el líder ruso, que los líderes de Estados Unidos “están serruchando la rama en la que están sentados”, porque “luchan contra las consecuencias de sus propias políticas, usan todos sus esfuerzos para resolver los riesgos que ellos mismos crearon y pagan un costo cada vez mayor”.

El fin del mundo unipolar

“La crisis ucraniana llevó a que Rusia desafiara abiertamente todo el sistema internacional creado después de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS. Ese statu quo terminó”, señaló Dimitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, en un artículo del 15 de octubre. “En el terreno económico, político y militar, el continente europeo se ha vuelto a dividir: Rusia en el oriente, la OTAN y la Unión Europea en el occidente, y los países que están en el medio se convirtieron en la zona de conflicto. La guerra entre las grandes potencias en Europa, que había quedado en las páginas de los libros de historia, es, aunque improbable, posible”, concluye el analista.

“Occidente no pudo reconocer a Rusia como un creador, de igual a igual, de la nueva Europa, y Rusia no se resignó a su papel subordinado”, escribió el analista ruso Fiodor Lukyanov el 5 de noviembre en el sitio Global Affairs.

Vladimir Putin lo dijo con todas las letras: el oso “es el dueño de la taiga, y estoy seguro de que no se quiere mover a otras zonas climáticas”, pero “no dejará a nadie ocupar su taiga”.

http://www.proceso.com.mx/?p=387017